Solo para definir qué es educar podemos encontrar multitud de tratados o, en su defecto, muchos capítulos de muchos tratados de didáctica, de pedagogía, de filosofía, de historia…

No es nuestra intención aportar una definición más a este poliédrico término. Para nosotros el hecho de educar, necesariamente, va asociado al de aprender. Para que un proceso educativo alcance su razón de ser entendemos que debe existir un aprendizaje.

El aprendizaje puede producirse de varias formas. Otra vez, en función de la teoría con la que cada uno se alinee existen múltiples clasificaciones.

Veamos una de ellas que entendemos que puede aportar una visión diferente, aunque nada más sea por su simplicidad.

Podemos aprender de manera autónoma, de hecho es un modo de aprender muy extendido. Hablamos, entonces del autoaprendizaje. En el fondo, cada decisión, cada situación puede provocar (de hecho lo hace) un autoaprendizaje.

Cuando aprendemos por medio de alguien (padres, profesores…, vamos, la sociedad en general) estamos hablando de un aprendizaje mediado.

Y existe, además una categoría de lo que podemos denominar como aprendizaje reflexivo–predictivo. Es un aprendizaje estrechamente relacionado con nuestra orientación al futuro. A través de distintas decisiones y elecciones (más o menos reflexivas) vamos interviniendo en lo que se va a convertir en nuestro futuro (al menos el futuro pretendido).

Sin duda, este tipo de aprendizaje está muy relacionado con el anterior, puesto que existe alguna coincidencia en algunos de los agentes, pero existe una diferencia significativa: soy yo el que elige qué o quién quiero que me ayude en las elecciones o me oriente en lo que debo hacer una vez que me lo he imaginado.

El caso es que, ante este panorama los agentes educadores deben tener un perfil determinado para el ejercicio de la docencia, para general el aprendizaje en el otro.

En nuestra opinión, quien aspire a generar el aprendizaje en el otro debe tener tres cualidades:

  • Debe ser vocacional. Su trabajo transcienco con mucho la simple idea de un profesional que «dicta» información. Transmitimos mucho mejor cuando somos capaces de vivir o hacer vivitr experiencialmente lo que estamos contando.
  •  Ser vocacional, sin embargo, no es suficiente. Un docente debe ser un profesional. Debe saber qué, cómo, cuándo, con qué medio, con qué controles, etc. El simple voluntarismo o disposición vocacional, no sirve.
  • La tercera cualidad es la actualidad. Educar, general aprendizaje, sobre todo, tiene que tener el acento en el control del hoy y la preparación del mañana. Recurriendo a la experiencia, sin duda, pero con el horizonte del futuro.

Desde nuestro punto de vista este sería el perfil de un buen educador, ejerza donde ejerza. Por resumir de alguna manera estas tres características del perfil del educador de hoy en día, podríamos decir que están muy en relación con el hecho de:

  • Ser consecuente con uno mismo (vocacional).
  • Ser consecuente con los educandos (profesional).
  • Ser consecuente con la sociedad (vivir en el día).