Las conductas que NO estén bajo el control del niño y que por tanto requieren entrenamiento, deben ser enseñadas pacientemente, con tiempo, animando y reforzando su ejecución.

Un objetivo general será cambiar la fama que el niño tiene en su entorno y ayudar a que él y los demás descubran que su comportamiento no es propiamente su identidad. Este debe ser un objetivo de todas las personas que trabajan con el niño en base a mejorar su autoimagen y su autoestima.

Algunas sugerencias:

– Se deben valorar sus trabajos por su contenido, no por su defecto en organización, presentación y grafismo.

– El educador secuenciará y si es necesario dosificará, el número de preguntas a contestar.

– El factor tiempo no condicionará el resultado final.

– Valorar el esfuerzo que el niño tiene que realizar para mantener la atención sostenida.

– Puede facilitar el resultado de la evaluación la utilización de pruebas orales, pues el rendimiento es mayor que en el escrito.

  1. Se ha de premiar el esfuerzo y no tanto el resultado.
  2. Fomentar en el aula normas generales, no individuales.
  3. Mantener en el aula un ambiente estructurado y predecible.
  4. Dar refuerzo inmediato y feedback con frecuencia.
  5. Utilizar antes la recompensa que el castigo. Vigilar que haya un equilibrio. (Los constantes castigos pueden conducir a efectos contrarios a los deseados).
  6. Tratar en todo momento de dar instrucciones claras y concisas. Si es necesario animarle a que las repita en voz baja para sí mismo mientras realiza la tarea.
  7. Elaborar listas de reglas y recomendaciones importantes sintéticas y colocarlas a su vista. Escribir las instrucciones, comentarlas, repetirlas.
  8. Sostener un frecuente contacto visual. Sería conveniente que el alumno estuviese sentado cerca del profesor.
  9. Planificar cómo enfrentar las situaciones problemáticas anticipándose a ellas. Esforzarse en ser coherente.
  10. Transmitir información que les ayude a auto-observarse. (Muchas veces no son conscientes de los efectos de sus actos en los demás).
  11. Mantener una perspectiva de normalidad ante una dificultad. Cuando sea necesario, explicar al resto de la clase de manera natural, lo que de especial se hace con unos alumnos determinados. Reforzar el reconocimiento al resto del grupo por comprenderlo.
  12. Afrontar el tema con seguridad, aplomo, firmeza, cariño y autoridad. Sin titubeos, sin dudas y tomando decisiones. (Si la decisión es equivocada rectificaremos al día siguiente, pero si por miedo a la equivocación no actuamos, el niño con TDAH se queda sin puntos de referencia).

• Ante la falta de autocontrol motor e impulsividad deberemos:

  1. Darle actividades que supongan un «respiro motor». De alguna manera «legalizar» que se levante cuando lo consideremos oportuno.
  2. Cuando molesta a los demás deliberadamente, imponer un castigo relacionado con la conducta. Si lo hace de manera inconsciente, enseñarle a disculparse, limitar su participación en grupos de trabajo y utilizar «mesas especiales para trabajar concentrado».
  3. Hacer un poco «la vista gorda», aunque siempre se le debe hacer saber de antemano lo que está permitido y lo que no.
  4. Fomentar el ejercicio físico.

• Ante la falta de atención y memoria:

  1. Apoyar las explicaciones con recursos visuales.
  2. Cambiar la entonación.
  3. Siempre que sea posible basar el aprendizaje en la experimentación.
  4. Preguntar al niño para mantenerle activo (invitarle a que haga de modelo, reparta material, explique una experiencia personal…)
  5. Cambiar de actividad con frecuencia.
  6. Fragmentarle la actividad para adaptarla a su capacidad de atención.
  7. Reconocerle el esfuerzo de concentración.
  8. Insistir en que la realización de las tareas comprende su ejecución y su revisión.
  9. Dar tiempo para que termine con tranquilidad los exámenes.
  10. Utilizar «coterapeutas». (Niños bien organizados que comparten mesa con él y le ayudan en el día a día: le ayudan a anotar en la agenda deberes y avisos, le ayudan a tener el material adecuado, en cada momento…)

• Ante la falta de tolerancia a la frustración y el deseo de reconocimiento:

  1. Aceptar la necesidad que tienen de sentirse escuchados, atendidos, queridos.
  2. No escatimar en palabras de ánimo y refuerzo.
  3. Mantener con ellos conversaciones que pueden ser cortas pero con cierta frecuencia.
  4. A veces será necesario ignorar su mala conducta hasta que remita y prestarle atención a la primera conducta adecuada. (Otras veces se le podrá, por ejemplo, «invitarle a» sentarse de espaldas). Enfrentarle a las consecuencias de su conducta cuando miente, esconde trabajos…
  5. Acompañar las notas negativas con comentarios positivos. Utilizar la agenda no sólo para comunicar errores sino también éxitos.

• Ante la falta de organización y planificación:

  1. Entrenarle en utilizar la agenda con la supervisión del profesor o de un compañero. Crear un registro para anotar los días en que lo hace correctamente.
  2. Determinar un momento al finalizar la mañana y la tarde para que lo dedique a organizar su mesa.
  3. A la hora de realizar exámenes, ayudarle a desarrollar estrategias como empezar primero por las preguntas más cortas o fáciles. Controlar el tiempo con el reloj.
  4. Tener preparados en todo momento materiales didácticos alternativos que permitan ocuparlo en momentos que se considere necesario.

– Las tareas escolares tienen que ser:

  1. Cortas, estructuradas y motivadoras.
  2. Utilizar esquemas. Enseñarle a hacer esquemas.
  3. Enseñarle a subrayar.
  4. Marcarle tiempos para que ajuste su tarea a ellos.
  5. Establecer periodos de descanso frecuentes.

– Programar la actividad diaria. Alternar el trabajo teórico con el práctico.

Es fundamental la comunicación y coordinación de profesores, personal no docente, padres, psicólogos Las actuaciones tendrán así mejores y adecuados resultados y pedir ayuda siempre que se crea necesario. No quedarse con la duda de cómo actuar. Los profesores deben conocer las necesidades de sus alumnos pero no tienen porqué ser expertos en TDAH.