Desde nuestro punto de vista el debate sobre el uso y papel de las tecnologías de la información y la comunicación en general y de la informática, la telemática y los ordenadores en la enseñanza debería incluirse en otro más amplio sobre la integración de la tecnología en la sociedad.

Es necesario hacer más frecuente y abundante la reflexión sobre los proyectos sociales y políticos relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación y la institución educativa, por lo que puede ser conveniente comenzar con una puesta en situación de lo que creemos son hoy en día las relaciones de la escuela y la sociedad de la información.

Reflexionar sobre la educación del siglo XXI pasa necesariamente por la integración de las tecnologías en los contenidos curriculares. La escuela, la clase, los centros y empresas de formación no puede estar de espaldas a la sociedad, no pueden ser deficientes tecnológicamente en comparación con lo existente en la generalidad de los hogares.

La escuela de hoy en día y la clase de cada profesor y maestro o docente responden a los intereses y motivaciones de su alumnado o fracasan en la consecución de sus objetivos por que no tienen nada que decir o por que lo que expresan lo hacen de una forma mecánica, monótona, arcaica, desinnovadora y desmotivante. Asistimos a un divorcio entre escuela y sociedad, entre sistemas educativos y realidades socioculturales, debido en parte a que la tecnologización de la sociedad ocupa más espacio, tiempo y dinero que lo que el Estado dedicada a la educación, a cada centro docente, sea éste de educación básica o sea universitario.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) se han convertido en poderosas herramientas para acceder a cualquier tipo de información, procesarla y transformarla.

Por ello la educación debe replantearse sus objetivos, sus metas, sus pedagogías y sus didácticas si quiere cumplir con su misión en este siglo.