Las modas, la mejor de las voluntades, el deseo de experimentar, la creencia y el convencimiento del potencial de las TIC en el proceso de enseñanza-aprendizaje o la necesidad real pueden ser los motores que están consiguiendo que las aplicaciones técnicas en nuestras actuaciones docentes.

Pero ¿qué modelo o modelos educativos subyacen en estas actuaciones? Sería largo y tendido entrar en este debate en profundidad. Hoy parece que la mayoría de los alineamientos están en modelos de la órbita «conductista» o modelos de la órbita «constructivista».

En lo que se refiere al uso de las TIC en la educación no parece que ninguno de estos modelos esté dominando al otro. Nos parece que la postura más inteligente es la de optar por un modelo que no deseche las importantes contribuciones que a la teoría de la educación están aportando ambos.

Nosotros estamos con un buen número de autores que, en lo que se refiere a la formación on-line, hay elementos de una y otra postura que son claramente aprovechables.

a) Respecto a la enseñanza programada

* La formulación de los objetivos de aprendizaje para los alumnos.

* La elaboración de los contenidos que el profesor desea transmitir.

* La organización de la información en unidades reducidas (píldoras).

* La evaluación continua de las respuestas de los alumnos, para asegurar que dominan los conocimientos requeridos antes de pasar a la siguiente etapa.

* El refuerzo y la retroalimentación de las respuestas deseadas.

* El seguimiento (y control) del ritmo de progreso de los alumnos.

b) Respecto a la teoría constructivista

* La creación de oportunidades para que los alumnos se enfrenten a situaciones que entren en conflicto con sus experiencias anteriores.

* La sugerencia de actividades (plurales) que les ayuden a reestructurar su conocimiento.

* La propuesta de actividades de resolución de problemas y/o casos prácticos (mejor si son reales).

* El fomento de actividades que requieran interacción y colaboración (con todos aquellos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje).

Al final, no podemos olvidar quién es el destinatario o cuál es el objeto de nuestra intervención: provocar y conseguir que el otro adquiera el aprendizaje y este objetivo debe estar por encima de filiaciones o querencias teóricas de quien, por lo menos al principio, debe ser el promotor del proceso de enseñanza-aprendizaje.