Hace poco leíamos una reflexión de Mónica Guitart en torno al humor en la educación. Nos pareció muy interesante y atraemos aquí algunas de sus reflexiones para conocimiento y disfrute de nuestros lectores.

Los efectos del humor en la enseñanza son tan variados como los aspectos que el humor, por sí mismo, involucra en su estudio. El humor y su correlato, la risa, proporcionan importantes beneficios físicos, psicológicos y sociales. No podemos dejar de pensar que la risa y el humor deberían tener papeles protagónicos en nuestras vidas, como ya lo han advertido, entre otros, los investigadores de las ciencias de la salud y de la comunicación. Así que no hay dudas de que el humor es un arma poderosa en la educación. Puede atraer la atención, crear lazos y hacer más recordable un concepto. Además, puede aliviar tensiones, estrechar vínculos y motivar a los alumnos si es el tipo de humor adecuado a la edad y las circunstancias.

Está comprobado que los alumnos distendidos producen mejor. La solución creativa a los distintos problemas surge al animarse a flexibilizar nuestro razonamiento, sin temor al ridículo.

Obviamente, hay que distinguir entre ser gracioso y saber comunicar nuestro sentido del humor. Todos sabemos apreciar un chiste, ¡nuestros alumnos también! Los alumnos pueden apreciar el humor de los docentes, más específicamente, su sentido del humor, sin necesidad de ser «payasos».

Nuestra meta como docentes que usamos el humor como un recurso didáctico no debe ser la de convertirnos en comediantes, sino la de mediar pedagógicamente a través del humor. Al ser docentes, sobre todo si uno lo es de determinadas materias, contamos con una gran ventaja: nadie espera que seamos graciosos. Si no sabemos contar chistes podemos deslizar alguna sutileza, jugar con las palabras, comparar situaciones, redactar problemas con situaciones graciosas, presentar una viñeta, etcétera.

Si los alumnos consideran que el chiste tiene gracia, tratarán de recordarlo y al mismo tiempo recordarán aquello que ha querido poner de relieve logrando así, que quede el concepto.

El primer día de clase es especial porque cuando haces chistes no saben si se pueden reír, entonces surgen risitas entre tímidas y de cortesía. Luego se van animando, y poco a poco, comienzan a reír y disfrutar. Pero en general la respuesta es inmejorable. Crea entre nosotros una relación amena y distendida que les permite acercarse a la asignatura sin miedos, animándose a preguntar y participar con tranquilidad. Tras cada chiste surgen réplicas al mismo, pero réplicas que suponen subir la apuesta, es decir, volver a pensar el concepto involucrado en el chiste y buscar relaciones o consecuencias.

Algunos recursos que pueden ser útiles en el aula son las anécdotas personales, citas, historietas, cartas, relatos breves, analogías, definiciones, metáforas, observaciones y ocurrencias. Hay que animarse a usar recursos humorísticos sin miedo al ridículo, aprender todo lo que sea posible sobre los alumnos, hablar el lenguaje de ellos y disfrutar del buen humor. Una técnica básica del humor es dirigirse al público con un vocabulario que le sea familiar y que provoque esa ruptura entre lo obvio, lo esperado y el desenlace sorpresivo y sorprendente de la situación humorística.

Las limitaciones y fortalezas de la utilización del humor en el aula, que se observan, a priori, podrían sintetizarse en:

1.- El humor debe ser pertinente para la ocasión y el ámbito en el que se está trabajando. Tiene que tener reservado y previsto un tiempo y un momento.

2.- El humor será eficaz si está destinado a poner un punto en relieve. Cuando se usa el humor con el fin de resaltar un punto determinado, se apunta a reforzar o introducir un concepto y, en segundo lugar, a divertirnos.

3.- El humor, aunque no provoque carcajadas, contribuye a la fluidez del discurso y favorece a crear un ambiente relajado, lo cual, sin lugar a dudas, favorece el aprendizaje.

4.- La relación entre el docente y su clase debe ser muy buena, fundamentalmente en lo afectivo y personal. Si los alumnos no sienten afecto por su docente, todo lo que venga de él, aún el mejor de los chistes, será rechazado.

5.- El humor es un arma poderosa en la educación. Puede atraer la atención, crear vínculos y hacer más recordable un concepto. Además, puede aliviar tensiones, estrechar vínculos y motivar a los alumnos, si es la clase de humor adecuada a las circunstancias.

Kant destaca que: “… constituye una singular cualidad de lo cómico el no podernos engañar más que por un instante”, con lo que se resalta la fuerte relación entre el factor de desconcierto, seguido de esclarecimiento que están presentes en las situaciones humorísticas. Para ejemplificar este aspecto, que tiene una gran relevancia, analicemos esta situación:

Hay tres maneras de hacer algo…

1. Hacerlo uno mismo.

2. Pedirle a alguien que lo haga.

3. Prohibirle a los niños que lo hagan…

El desconcierto se produce porque se rompe la lógica propia del contexto social en el que se cuenta el chiste y, el esclarecimiento se da al lograr “acomodar” los símbolos convenidos a ese desenlace inesperado pero lógico. Hay personas que nacen con un talento especial para el humor pero éste puede ser adquirido, es una técnica que se aprende, se desarrolla, se perfecciona. Sólo es necesario tener sentido del humor y desarrollar la capacidad de transmitirlo.