La necesidad de disponer de información con rapidez y precisión, obliga a la comunidad científica a desarrollar tecnologías que permitan el tratamiento y manejo de grandes cantidades de información y el desarrollo de redes de comunicación capaces de transportarla… La producción informativa (explosión documental) y el ambiente científico que aquella promueve, obliga a disponer de una infraestructura de información capaz de cubrir una enorme población de usuarios… Al no disponer estos de tiempo ni de las herramientas adecuadas, la enorme cantidad de información circulante está produciendo estrés informativo y, a la postre, desinformación. Se pre-cisan, pues, estrategias para la búsqueda, la selección y valoración de la información disponible.
El conocimiento no es conocimiento si no es organización. Así, la información compulsiva de la red necesita una estructuración, una contextualización que la relacione en redes semánticas significativas.
Debemos tener muy presente que la información no es conocimiento es la materia prima, necesaria pero no suficiente, y es la educación la que transforma la información en conocimiento.
Se trata de arbitrar los medios pedagógicos necesarios para pasar de la «sociedad de la información» a la «sociedad del conocimiento», o, si se quiere, lograr que la «sociedad de la información» se traduzca en «sociedad del aprendizaje» y en «sociedad de la inteligencia».
Por tanto, interesa distinguir el concepto de «información» de lo que se puede entender por «conocimiento». Así, el término información alude a cualquier expresión verbal, numérica, gráfica o de otro tipo que posee un significado determinado dentro de un contexto concreto, y cuyo último objetivo es comunicar algo.
El «conocimiento» se podría definir como la capacidad para actuar, a partir de una cierta información, y como consecuencia de la capacidad de comprender e interpretar la naturaleza de algo y la aplicación de ciertas habilidades o capacidades complementarias. En este sentido, únicamente se puede hablar de aprendizaje cuando hemos interiorizado la información nueva a nuestras estructuras mentales, adquiriendo con ello nuevos conocimientos.
La gestión del conocimiento busca la optimización en los procesos de creación del conocimiento y su aplicación en circunstancias concretas.
El acceso a la información es una condición necesaria, pero no suficiente para que se produzca el conocimiento, esto es, para aprender.
La información tiene un carácter volátil. Para estar al día se requiere una renovación y actualización permanentes e intentar acceder a esa información desde esquemas organizados que nos proporcionan las estrategias de documentación.
Las condiciones para la adquisición del conocimiento se fundamentan en un principio: saber documentarse y que esta documentación sea fiable, actual y disponible al instante. Una de las primeras necesidades del que aprende es saber o determinar qué información existe, donde está y cómo acceder a ella: sobrevivir a la dificultad de la «babelografía» requiere formarse en el manejo de las fuentes bibliográficas.
En estos procesos de búsqueda de información en las redes es necesario delimitar con la mayor precisión posible aquello que buscamos y planificar la búsqueda haciéndonos preguntas como:
- ¿Para qué necesito la información?
- ¿De cuánto tiempo dispongo para buscar?
- ¿A qué fuentes de información pertinentes puedo tener acceso?
- ¿Qué contenido deberá tener esa información?
- ¿Cuáles son los instrumentos de búsqueda de que dispongo?…